Lo Que Se Ve
Por Natividad Marón
Leí que Adriana Lestido dijo que su obra está atravesada por la separación y la ausencia. Es cierto. Las mujeres presas, las madres solteras, los niños y adolescentes en el hospital, incluso el amor que culmina en separación son los temas de los ensayos fotográficos que ha creado la fotógrafa a lo largo de 37 años carrera. En parte catarsis de sus propias vivencias, las series expuestas en el MNBA son un recorte dentro de los micro universos que ha elegido y la han elegido a ella para sumergirse en los mismos. Porque nada es porque sí y nada nos interesa sin razón: aquello que hacemos tiene que ver con nosotros mismos, con nuestra historia, bagaje y subjetividad.
La separación y la ausencia se complementan y retroalimentan como realidades. La ausencia es también una forma de presencia. Quien no está está en el recuerdo, en la memoria y el vacío. En lo cotidiano y lo esporádico, en lo grande y en lo pequeño, en lo efímero y lo contundente. No estar es una nueva forma de estar, resignificada y potenciada en muchos casos.
Ese no estar del hombre en las imágenes de Lestido, es precisamente lo que le confiere a las mujeres atravesadas por su mirada una fortaleza incalculable. Porque sí, están solas (sin “ellos”), pero en realidad ellas son por ellas mismas. Y como pueden ser en sí mismas, se sostienen con valor estando presas, teniendo a su cargo a sus hijos, peleando y reclamando justicia. El hombre ausente no deja de estar: justamente esa ausencia se hace tangible en la valentía de cada una de las mujeres que vemos, en la historia de cada una detrás de la imagen, en el dolor, en la descendencia, en el recuerdo, en la memoria.
El amor se representa en el vínculo concreto y cotidiano de las mujeres con sus hijas, en la manera de mirar al otro que forma el dúo en la pareja, en los tatuajes dedicados de las presas, en el reclamo cuando no se sabe qué le pasó al ser querido. La separación modifica el vínculo pero no lo hace desaparecer. Cuando narra visualmente su propia historia, Lestido no necesita de la literalidad de la figura para transmitir las sensaciones que despierta el amor en toda su complejidad. La imagen de un recuerdo congelado en el tiempo para siempre, que remite a un momento vivido, puede simbolizar mucho más que la gestualidad de un cuerpo, que el primer plano de un rostro. El amor también está en eso pequeño y cotidiano como la luz iluminando al otro, el abrazo de la madre a la hija, el juego inocente, la mirada y el cerrar los ojos.
Lestido no busca una ficción de las cosas sino que se acerca a la realidad tal cual es, y así nos la muestra. Lo hace en ámbitos específicos a los que no solemos estar acostumbrados a entrar: la cárcel, el hospital, la intimidad del vínculo entre otros. Cada uno con su complejidad y sinfín de situaciones, emociones, pensamientos, actos, etc. Allí, en lo macro, es donde la fotógrafa desaparece para hacer visible con la toma aquello puntual, ese gesto, esa pose, ese espacio, que representa y contiene un poco y mucho, que se puede tomar como hito dentro del mar que es el contexto específico. Se acerca a la intimidad del dolor sin miedo y desde allí nos hace entrar en la realidad de otros que, en el fondo, tiene en común mucho con nosotros mismos: el amor, la angustia, las relaciones, las rupturas, la separación, la ausencia y la presencia.