La muestra de Adriana Lestido que se inaugura el martes 11, en Recoleta, revela un obsesivo hurgar en el universo femenino.

Hay fotos que son como un destino. Adriana tomó ese ícono de madre-hija clamando por el hombre desaparecido en 1982 y casi toda su obra posterior giró luego sobre la aparente ausencia de lo masculino: mujeres presas/mujeres adolescentes/mujeres púberes/mujeres madres-hijas. A simple vista un mundo limitado, pero que bajo la mirada de Adriana, la más importante fotógrafa argentina de los últimos 30 años, es un mundo inagotable.

Su impresionante retrospectiva en Recoleta nos muestra que más allá de las modas, la fotografía puede conmovernos, hacernos pensar, plantearnos preguntas y a veces darnos alguna respuesta. Somos amigos desde hace 25 años, la objetividad, entonces, quizá no se encuentre en estas líneas; una amistad cultivada en base a cariño pero también sobre un extraño amor por la fotografía, con encuentros semanales en el Británico, copias 12x18 por medio, disfrutando los logros pero también con críticas sin contemplación sobre nuestros trabajos, charlando de cine, literatura, amores o política. Nadie nunca dijo cosas tan duras sobre lo mío como ella, con esa rara mezcla de gurú y pitonisa que la distingue; hoy se lo agradezco. Obsesiva hasta la exasperación, cree en las fotos perfectas de un mundo imperfecto. Muestra imperdible, no dejen de ir.

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