El arte de Lestido: más allá de lo que se ve
por Magdalena Faillace, Directora General de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina.
¿Existe una "mirada femenina" en el arte? Frente a la pregunta que remite a una polémica nunca terminada de saldar, podríamos aseverar que la obra de arte, con la que el artista nos devuelve una realidad atravesada por su cosmovisión y sus emociones, carece de género.
Esto no excluye que la mirada de Adriana Lestido, focalizada en el universo femenino en esta exhibición de sus series de fotos de mujeres, testimonie una particular empatía con las criaturas retratadas y el compromiso social de la artista, ya consagrada con múltiples premios en el ámbito nacional e internacional.
La elección de estas mujeres no es ingenua ni casual; las fotografías revelan de qué manera, en los países emergentes o subdesarrollados, las situaciones de pobreza, las guerras o las crisis económicas golpean doblemente a la mujer, y fundamentalmente a las de los sectores más postergados y socialmente deprimidos, donde ella queda a cargo de lo que Naciones Unidas llama "economía del cuidado", que comprende a niños y ancianos.
Con valentía, pero sin iracundia, la mirada de Adriana Lestido se interna en los ámbitos de mayor dolor y exclusión social –el hospital infanto-juvenil y la cárcel de mujeres- y en todos los casos sus imágenes ponen el acento en la fuerza femenina construida a partir de la propia indefensión frente a un orden social injusto.
Las series de fotos se convierten así en relatos concentrados, rezumantes de humanidad. Esas fotografías de mujeres con niños - especialmente niñas que transitan el doloroso camino a la pubertad – capturan la imagen y, a través de ella, dramatizan sin palabras una historia, cristalizan el instante siempre en tensión, en el fluir del ser.
Los niños del "hospital infanto-juvenil" y de las "madres adolescentes" aparecen siempre en movimiento, en una clara apelación a la vida, y sus miradas, en las que la artista focaliza su lente, tienen un candor y una inocencia que la hostilidad del medio no ha logrado corromper. Parecen preguntarse el por qué de tanta injusticia y tienen, a la vez, la lucidez prematura de quienes han atravesado el dolor y el desamparo antes de tiempo.
La situación lúdica que abraza a estos niños, que los lanza arriba en el aire, la risa que salva aun en condiciones de reclusión, el abrazo que contiene, ennoblecen y ponen magia hasta en las situaciones de abandono de las "madres adolescentes". Esas madres niñas dormidas con sus hijos en la misma cama, esas adolescentes recostadas que piensan -¿tal vez sueñan?- entre afiches ajados de los Beatles o estampas del Sagrado Corazón, no parecen vencidas sino empoderadas por su maternidad tan a destiempo.
Por otra parte, en la serie de la cárcel, los gestos de rabia, la oscura resistencia en la mirada, el desgano o el hastío denotan a sus "mujeres presas" de mucho más que de una prisión.
Los tatuajes con la reiterada leyenda "Te amo" las muestran marcadas interna y exteriormente por la vida, pero siempre son tatuajes que evocan un amor. La constante es la soledad de estas mujeres con sus niños en brazos frente a la inmensidad de las decisiones por tomar, en un mundo que no las incluye.
La mirada de la artista se atreve a internarse en ese infierno, pero nunca enjuicia a sus criaturas ni les cierra la puerta…¿Las salva el dolor de la reclusión? ¿Tal vez el amor? En ese sentido, Lestido muestra que las ventanas pueden convertirse en puertas…y el casamiento en la cárcel es una apelación a la esperanza.
La serie de "madres e hijas" las muestra como una unidad, en movimiento, también reposando las hijas junto a las madres o sobre su pecho…Y ahí siempre las niñas concitan la mirada del espectador.
En este conjunto donde todos los estados de ánimo aparecen retratados en los rostros de las mujeres adultas, donde la risa y el juego alternan con el dolor y la desnudez, el hijo aparece como un "imperativo categórico" que da sentido a la existencia de la madre, que la obliga a seguir adelante, y a la vez la consuela y contiene con su caricia infantil.
Finalmente, "el amor" aparece siempre asociado al paisaje natural: el agua, el volcán, los bosques y las flores. En imágenes totalizadoras, donde el paisaje cobra protagonismo a través del claroscuro, y siempre en movimiento, el amor aparece como la respiración del universo, algo así como el hálito vital del génesis. La mirada de Adriana Lestido pone en carne viva la realidad, traspasa las convenciones; poeta y militante, ve más allá y nos devuelve la realidad sin complacencia y sin mediaciones, con una infinita piedad (la "pietas" romana, que significa amor) por sus criaturas: expone sus cuerpos con respeto y nos conmueve con sus almas.
En el marco de la Semana de la Cultura Argentina, Adriana Lestido vuelve a Sudáfrica, donde participó del Proyecto "Violence- Silence", exponiendo "Violence" en la NSA Gallery de Durban y "Silence" en el Ibis Art Centre de Nieu Bethsda.
Diversas podrán ser las vivencias de quienes visiten esta muestra fotográfica, pero es imposible, frente a ella, mantenerse neutral. Porque el arte de Lestido no esquiva la oscuridad de ciertos ámbitos ni el desamparo de sus criaturas, y nos devuelve de ellos la infinita belleza de la luz oculta, una luz que nos deja a la intemperie de nuestras propias emociones.
Cierro estas reflexiones con las oportunas palabras de María de los Ángeles Chiqui González:
"Siempre anda ella por exposiciones y premios, sin olvidar de donde viene, abrazando a todos los que respiran exclusión, a todos los que luchan contra la desaparición y la tortura. Ella hace verdades con fotos, hace memoria, hace justicia".