Adriana Lestido

Autónoma y auténtica.

Matthias Harder

Adriana Lestido es una observadora atenta de situaciones y de personas. Muchas de sus imágenes documentales son de una poesía silenciosa, son autónomas y auténticas. La fotografa nació, cuando el controvertido y a la vez admirado presidente argentino Juan Perón habia sido sacado del gobierno por un golpe de estado militar. Su colega argentino-alemana, Grete Stern, alumna del Bauhaus con residencia en Buenos Aires, habia contribuido a que la fotografía se considerara arte, con sus tomas (y fotocollages) vanguardistas, que fueron publicados en muchos medios durante la época peronista. Fue ella también quien quiso redefinir el rol de la mujer a través de sus contenidos, sobre todo con retratos simbólicos de mujeres. Un enfoque similar a mujeres y su vida cotidiana la vemos también en la obra de Adriana Lestido.

Ya en el 1982, en los últimos días de la mas cruel de las dictuaduras militares en Argentina, ella realizó la famosa toma de una madre y su hija en la Plaza de Mayo. Ahí, en la plaza central de Buenos Aires, estaban juntandose las madres de hijos desaparecidos para protestar regularmente con marchas en contra del régimen de Jorge Rafael Videla.

Esa imagen de Lestido, como símbolo, fue publicada inmediatamente en diarios y revistas. En ese entonces ella estaba trabajando como periodista fotografica, más tarde empezó a trabajar con sus proprios proyectos. De esa segunda época son las fotografías exhibidas en HAUS am KLEISTPARK (su primera exposición individual en Alemania).

Con una fotografía social y de compromiso político se hizo conocida también en el exterior. Nos lleva a lugares que normalmente nunca nos enfrentamos, por ejemplo a carceles de mujeres u hogares de niños, y nos confronta con personas en situaciones de crisis. Su mirada siempre está acompañada por una gran empatía. En las imágenes inmediatas, intensas, se revela el secreto de relaciones humanas efusivas tanto como su vulnerabilidad y a veces su resiliencia.

Acerquemonos un poco más a un retrato de Adriana Lestido: Percibimos la mirada abierta de una persona, de una mujer joven en un vestido claro, que está acostada en una cama. La retratada, fotografiada en una celda de una carcel, obviamente es aficionada a la música, lo cual se ve a traves de los affiches de los Rolling Stones y Beatles en las paredes austeras, y además es fumadora.

Aún las cajas vacias de Marlboro se convierten en decoración arriba de la cabecera de la cama. Por qué y por cuánto tiempo la joven permanecerá en la carcel queda sin respuesta. No conocemos ni su nombre ni su historia personal, y es por eso que la inmediatez de su expresión nos sorprende todavia más, reforzado por el hecho que el observador/la observadora sabe del cautiverio.

Adriana Lestido es una militante política con la cámera, y esa imagen se puede leer como un grito silencioso en contra de un destino injusto, que a algunos les toca de una manera dura. Quizás tal encuentro, convertido en imagen, puede ser posible únicamente entre dos mujeres. Podemos suponer que Lestido con este relato fotográfico va más allá de veracidad y dignidad. La artista le regala a la mujer presa una imagen, le devuelve su propia imagen; probablemente quiera llegar a su esencia.

Pocos años antes, en los sótanos de la dictadura militar, un proyecto parecido hubiese sido inpensable. Por aquellos años el régimen comenzaba a hacer desaparecer a los detenidos políticos sin dejar huellas. Miles de personas desaparecieron, y fue gracias a la valiente iniciativa de Victor Basterra, detenido y torturado en uno de los centros clandestinos, la escuela militar ESMA en Buenos Aires, que tenemos imágenes de los represores y de las víctimas. Basterra (quien sobrevivió a la dictadura), era forzado por sus verdugos a tomar fotografías. Él había encontrado en un laboratorio provisorio negativos de otros compañeros y fue quien difundió esas imágenes para hacerlas públicas.

Después de la dictadura se pudo denunciar a algunos responsables gracias a las fotografías tomadas por Besterra que posibilitó identificar a muchos represores, aunque muchos quedaron impunes.

Adriana Lestido sigue en la busqueda por más justicia y contra el olvido. Ya no lo tiene que hacer de un modo clandestino y poniendo en peligro su propria vida como su colega mayor Basterra, pero igual tiene una historia dolorosa, como su marido, militante del partido comunista, tambien desapareció en uno de esos centros clandestinos.

En su obra artística, que incluye niños en hospitales o madres adolescentes, Lestido sabe superar el dualismo de distancia y cercanía, de timidez y osadía para convertir todo en un realismo critico y narratio. En algunos de los retratos de madres e hijas se siente la ternura y confianza, como la fusión de dos seres, uno nacido del otro.

Si, de alguna manera estas tomas son menos espectaculares que las de la carcel, pero de la misma intensidad y empatía. Es así que no solamente nos encontramos con temáticas humanas sensibles, sino también con imágenes simbólicas, casi sin la presencia de seres humanos, reunidos bajo el título „el amor“, o con tomas atmosféricas de la ciudad costera Villa Gesell, cerca de Buenos Aires.

De la mirada subjectiva de Lestido Lestidos nos llega una documentacion artistica. Está conviertiendo situaciones que elije conscientemente, en imagenes verdaderas, llenas de historias profundas. Se alinea en la tradición de una fotografía humanista, que tuvo su punto culminante en la Paris de los años 1950, cuya herencia Adriana Lestido está continuando más allá de los contenidos de una manera artistica congenial.

Traducción: Julie August / Liliana Furió

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